En Bolivia, La Higuera, Lari Lari, criatura mitológica de la región andina, preocupada por su pérdida de popularidad, dice haber atrapado al Che con el propósito de robar su alma y así apropiarse de la fama del guerrillero. Ese encuentro, que se produce en la escuelita de la zona entre el 8 y 9 de octubre de 1967, nos revela un Che íntimo, atosigado por los embates de ese extraño ser dispuesto a todo para recuperar el prestigio y el respeto que supo tener en otros tiempos.
Actúan: Laurentino Blanco (El Che) y Theo Cesari (Lari Lari)
Dramaturgia y dirección general: Raúl Garavaglia
Asistencia: Ana Tolosa y Gregory Preck
Iluminación, escenografía y vestuario: Raúl Garavaglia
Utilería: Matías Noval
Diseño gráfico: Decero Identidad Gráfica
Fotografía: Tomás Arguindegui, Marcela Muzio, Claudia Moccia y Berny Producciones
Prensa: Mutuverría PR
Duración: 65 minutos
SOBRE LA OBRA
La conformación de la compañía se realizó a los fines específicos de trabajar este espectáculo. El casting se llevó a cabo hacia noviembre de 2017, en el que participaron más de 15 actores para cubrir ambos personajes. Luego de varias rondas, se decidió asignar el rol de El Che al actor Laurentino Blanco y el de Lari Lari, a Tomás Claudio. Para ello se meritó no sólo lo demostrado durante las serie de ejercicios que implicó la prueba, sino también los antecedentes profesionales y formación de los convocados. La preparación de la obra demandó de siete meses de ensayo, tres veces por semana y tres horas por día. Finalmente, se estrenó en agosto en CABA, en el Korinthio Teatro y se cerró la temporada el último domingo de noviembre de 2018, con una masiva concurrencia de espectadores a sala llena y con localidades agotadas.
Las excelentes críticas y devoluciones recibidas, motivaron a presentarla en el verano en las ciudades de Mar del Plata, Miramar, Tres Arroyos (Declarada de Interés Municipal) y en Claromecó. En el Festival Iberoamericano de Teatro – Cumbres de las Américas se lograron dos nominaciones: Mejor texto dramático y Mejor actor co-protagónico dramático. Asimismo la obra fue seleccionada para el Festival Latinoamericano de Teatro en Zipaquirá, Colombia, al que no pudimos asistir por razones presupuestarias. En agosto/23, Tomás Claudio (quien fue convocado para hacer temporada en el San Martín) fue reemplazado por Theo Cesari.
PALABRAS DEL DIRECTOR
«Hace unos cuantos años atrás, comenzamos a soñar esta obra con mi amigo y colega Miguel Iglesias. Después él decidió irse de gira, sólo, sin permiso ni preaviso, eufemismo que usamos en la jerga para que la partida duela menos. Y ahí quedé yo, con una hermosa idea que contar de dos personajes, uno real y otro imaginario, en un contexto diferente y con un planteo distinto, original y cambiante.
Tuvo que pasar un tiempo para que reapareciera esa buena dosis de seducción que invita a encarar una obra. Imaginar los últimos momentos en la vida del Che y este encuentro ficticio, irreal con un olvidado personaje mitológico boliviano potenciaron las ganas de llevar adelante el proyecto. Al principio, el desafío estuvo en trabajar el texto que aparecía duro, rígido quizá, rico en figuras literarias, refinado en el decir, elegante, pero que debía coincidir con la psicología e ideología del protagonista y que a la vez, compatibilizara con el lenguaje de ese ser extraño que es el Lari lari.
Esta doble función de dramaturgo y director otorga licencias que no precisa de permisos ni obliga a respetos hacia el escritor. Esta doble función concede comodidades recíprocas entre el texto y la puesta. Con semejantes libertades y una vez convencido de los dos actores que representarían a los habitantes de la historia, nos sumergimos en el maravilloso proceso de crear climas, vínculos, provocaciones y reacciones. A medida que avanzamos, el texto se fue modificando por añadidura. Paulatinamente fue perdiendo ese rigor clásico de los escritos muy elaborados para adecuarse a una dinámica que lo dotó de flexibilidad y lo acercó a un registro más coloquial sin por ello perder profundidad en el decir de la oralidad».
Raúl Garavaglia