versión de Mauricio Kartun

 

¡DESDE EL 1º DE AGOSTO!
MARTES A LAS 20 HORAS
Teatro Picadero – Enrique Santos Discépolo 1857
Entradas: $6.000
En venta por Plateanet

 

Sinopsis
El zoo de cristal, una de las obras maestras de Tennessee Williams (en este caso en versión de Mauricio Kartun), es una exploración, sumamente poética, de los contradictorios vínculos familiares –su luz y su sombra-, de los sueños perdidos –y su nostalgia-, de los deseos irrenunciables -y su precio-, y en definitiva de la conmovedora búsqueda de un sentido para la vida.
Es una obra de recuerdos, Tom –alter ego del autor- reconstruye su vida familiar en tiempos de crisis económica. Un padre ausente. Una madre, Amanda, que vive obsesionada por el futuro de sus hijos, en particular de su hija Laura, frágil e incapaz de afrontar las exigencias del mundo. Tom se debate entre el deber de cuidar y sostener a su familia, y la necesidad de escapar y asumir sus deseos personales. El otro personaje es Jim, compañero de trabajo de Tom, optimista y emprendedor, en quien se deposita la esperanza de un futuro para Laura.
Tennessee Williams trata a sus criaturas con gran benevolencia y empatía. Los personajes son ambivalentes: pasionales, tiernos, atormentados. Se aman, se detestan, se comprenden, se incomprenden. Y se acompañan, como pueden, con amor y con dolor, en su obstinada lucha contra la incertidumbre y la derrota.
Por otra parte, la obra no es solo la historia de una familia; es también la de una sociedad que se encamina lenta y ciegamente hacia la destrucción. Y, además, Williams expone la situación social de la mujer en una sociedad patriarcal. Lo que, como todos los temas de la obra, hace eco en nuestra actualidad.
Comentario – Irene Acosta Alfonzo
Una hermosa versión de Mauricio Kartún sobre la obra de Tennessee Williams. Hermosa porque facilita la lengua, añade cierto vuelo onírico a los personajes, y de ese modo coloca a cada uno de un modo mas bellos dentro de la historia, que se hace propia. 
Este relato ubicado en los duros años de la crisis de 1930 se actualiza en esta versión de Kartún, y nos identifica con temas que se repiten en ciclos para toda la humanidad. Las palabras fluyen en boca de los personajes de forma natural, podemos percibirla cercana pero no es algo brusco que denote el cambio, por eso se desliza delicadamente en boca de cada personaje.
El estilo de Tennessee Williams queda destacado, y ese dejo melancólico de sus historias tiene en esta puesta una dinámica de cierta hilaridad que convive con ese vuelo romántico.
Grandes actrices y actores que da placer verlos en escena. Ingrid Pelicori es esa madre preocupada por el futuro de su hija a la que no siente capaz de sobrevivir sin su respaldo. Pasa por todos los tonos del miedo, la angustia o la exaltación, con una naturalidad verdaderamente genial. Malena Figó está extraordinaria, ella es una chica frágil y temerosa, como su zoo de cristal, dureza y fragilidad dejan ver algunas dificultades para enfrentar la vida en forma tradicional. Lo que muestra su cuerpo, como describe cada emoción de este personaje, es grandioso. Agustín Rittano es el hijo que carga con el peso de ser «el hombre de la familia», algo muy común en la época. El construye un narrador que nos describe situaciones pasadas, vividas en ese espacio con su familia, y desde esa narración evocativa va a la escena, esos saltos temporales le dan dinámica sin quebrar el espacio de la escena. Ese hombre que quiere soñar para seguir vivo, que anhela ir en busca de su destino pero está anclado en esa situación, atrapado por los mandatos familiares y sociales, pero libre en sus sueños.  Es realmente muy bueno lo que transmite y como lo hace. Luego Martín Urbaneja será ese amigo que se convierte en posible «candidato» y llega de visita a la casa. Es hermosa la escena entre Urbaneja y Figó, de una dulzura que llega al alma. Su entrada le da un aire a la escena y eleva el arco dramático hasta tensarlo lo suficiente para llegar luego al final.
La dirección de Gustavo Pardi es precisa, le marca el punto fuerte de cada personaje y hace lucir a cada uno de ellos.
La puesta en escena es sencilla, equilibrada, con un vestuario hermoso, una escenografía justa, la música es correcta y las luces que hacen al movimiento de tiempos y situaciones.
Nos gustó mucho, la disfrutamos, y la recomendamos con placer!!!
Ficha Técnica
Autor: Tennessee Williams
Versión: Mauricio Kartun
Ingrid Pelicori: Amanda Wingfield
Agustín Rittano: Tom Wingfield
Malena Figó: Laura Wingfield
Martín Urbaneja: Jim O’Connor
Dirección de arte: Stella Maris Santiago
Diseño de vestuario: Julio Suárez
Diseño de escenografía: Cinthia Chomski
Diseño de iluminación: Horacio Novelle
Diseño gráfico: Stella Maris Santiago
Música original y diseño sonoro: Silvina Aspiazu
Fotografía: Nacho Lundadei y Federico Sosa
Comunicación y prensa: Mutuverria PR
Asistencia técnica: Ramiro García Zacarías y Matías Noval
Asistencia de producción: Glenda Aramburu
Asistenciade dirección: Carito Krivoruk
Producción ejecutiva y artística: Alejandra García
Dirección: Gustavo Pardi
Duración: 100 minutos
Criterios de la Dirección
La obra se trata de una evocación, no transcurre en un tiempo real. Tom construye en su imaginación esta historia cuando se enfrenta con las paredes descaradas de la casa que dejó hace mucho tiempo. Las actuaciones, entonces, estarán atravesadas por el tono de ensoñación de esta reconstrucción imaginaria. La puesta dará cuenta de aquella realidad evocada y, a la vez, del espacio onírico en que se desenvuelve, al mismo tiempo que marcará una diferencia entre el presente y el pasado.
Esta puesta surge de la inquietud de lograr un lenguaje contemporáneo en el tratamiento de un texto clásico universal, y afrontar el desafío de llevar su poesía bella, profunda y desgarradora a los sentidos del espectador moderno. Para eso la versión de Mauricio Kartun nos permite vencer el primer obstáculo: el lenguaje. Los personajes hablan en nuestra lengua, se vuelven cercanos. Y luego, el elenco elegido tiene la capacidad de conjugar la emoción con la técnica: Ingrid Pelicori, Agustín Rittano, Malena Figó y Martín Urbaneja saben unir la precisión con la verdad escénica. Son actrices y actores que pueden expresar hasta la última sílaba del texto con la sensación de que están inventando en el momento lo que dicen. El entorno tiene la tarea (no menor) de acompañar estética y políticamente esta búsqueda. Un marco pictórico, lumínico y musical que refuerce una historia lejana pero también nuestra, o sea cercana, y tal vez universal.